A principios de 2010, se puso en marcha un estudio de carácter longitudinal. A partir de los resultados de una serie de talleres participativos realizados a lo largo de 2009, plasmados en la publicación “Condiciones de vida y posición social de las mujeres del medio rural” (MARM, 2009), se diseñó un estudio cuantitativo para profundizar en las desigualdades de género existentes en el medio rural. Se diseñó un cuestionario como herramienta de recopilación y sistematización de la información, con el fin de poder establecer series históricas con los datos obtenidos a lo largo de los años y de toda la geografía española. Su actualización periódica permitirá la identificación de las principales problemáticas y las posibles líneas de actuación para combatirlas, permitiendo la puesta en marcha de las medidas necesarias para alcanzar los objetivos planteados por la Ley 45/2007 desde un enfoque de género.
Realizado sobre una muestra representativa de la población residente en el medio rural –hombres y mujeres con edades comprendidas entre los 20 y los 65 años-, este estudio ha logrado recabar cuantiosa información sobre la situación sociodemográfica, las desigualdades de género en el mercado laboral del medio rural y los usos del tiempo, e investigar la percepción de la calidad de vida o el posicionamiento frente a actitudes y estereotipos sexistas, lo que ha constituido la base del diagnóstico. Se trata del primer estudio sobre relaciones de género en el medio rural nacional, en el que se identifican las principales diferencias en las condiciones de vida de mujeres y hombres, tomando como referencias algunos de los ámbitos de actuación recogidos por la Ley 45/2007, de 13 de diciembre, para el Desarrollo Sostenible del Medio Rural, y en el artículo 30 –relativo al desarrollo rural- de la Ley Orgánica 3/2007, de 22 de marzo, para la igualdad efectiva entre hombres y mujeres.
Principales conclusiones del diagnóstico:
La situación sociodemográfica en el medio rural está desequilibrada. La masculinización de la población condiciona el estado civil y el tamaño de los hogares de forma diferenciada según sexo, existiendo mayor soltería masculina y un menor tamaño del núcleo familiar de los hombres. La escasa natalidad obstaculiza el relevo generacional necesario para garantizar el futuro del medio rural. El envejecimiento de la población incrementa las situaciones de convivencia con personas en situación de dependencia en el medio rural, lo que repercute en la carga de trabajo de las personas cuidadoras, por norma general mujeres, disminuyendo sus posibilidades de participación laboral, política o social.
Las principales conclusiones en el ámbito del trabajo son:
Por otra parte, el tiempo que invierten mujeres y hombres en realizar las distintas actividades cotidianas se distribuye de distinta forma. Las mujeres dedican más tiempo a actividades que tienen que ver con el trabajo doméstico y de cuidado, mientras que los hombres dedican más tiempo a las actividades extradomésticas. El incremento del tiempo que las mujeres invierten en tareas de cuidado y trabajo doméstico, los hombres lo invierten en ocio y tiempo libre. Esta distribución desigual de los tiempos de hombres y mujeres origina absentismo doméstico en el caso de los hombres y mayor dificultad para incorporarse al mercado laboral en el caso de las mujeres.
También cabe destacar que el modo de vida rural es percibido como un modo de vida de mayor calidad que el modo de vida urbano, por lo que vivir en el medio rural parece ser una opción elegida por la población y no impuesta por otras condiciones sociales o económicas. Por otro lado, en cuanto a la percepción de la población rural de las infraestructuras y servicios, la mayor parte de las personas entrevistadas cree necesaria una mejora, lo que ayudaría a mejorar su calidad de vida.
Por último, la presencia de estereotipos y roles de género y su influencia en las desigualdades de género muestran que el sistema patriarcal sigue muy presente en la población rural y esto tiene una gran influencia en los ámbitos analizados. En líneas generales, se acepta que las mujeres ejerzan el rol productivo, siempre y cuando no abandonen el rol doméstico/familiar.