En la restauración hay dos puntos principales donde se suele producir la mayor proporción del desperdicio de alimentos: la cocina y la sala. En la sala, el comportamiento del comensal tiene mucha relevancia en la cantidad de alimentos que no son consumidos y que acaban siendo desaprovechados.
Reducir las pérdidas y el desperdicio de alimentos en el negocio de restauración ayudará a trabajar de forma más eficaz, ahorrar costes y conseguir un modelo de éxito. Además, puede constituir un elemento de marketing para una clientela cada vez más concienciada sobre la necesidad de seguir un modelo de consumo sostenible y responsable con el medio ambiente.
En relación al coste de los alimentos desperdiciados, no sólo hay que contabilizar el dinero que ha supuesto su compra, especialmente en los platos ya elaborados, pues implica también otros gastos como mano de obra, energía, agua, utensilios de cocina, espacio de almacenamiento o gestión como residuo.