Esta ruta recorre parte del antiguo trazado ferroviario Córdoba–Marchena, que dejó de funcionar en la década de los 70, atravesando campos de girasoles, cultivos cerealistas y olivares, que adquieren especial belleza en primavera, cuando contrastan sus colores en las distintas parcelas que cubren este llano paisaje.
El inicio del camino se sitúa en Valchillón, junto a la carretera A-3051, aproximadamente a unos 17 km de la ciudad de Córdoba, junto a un silo de grandes dimensiones.
Algo después de su comienzo atraviesa el río Guadajoz, en excelente estado de conservación, y un bosque de ribera dominado por chopos (Populus sp.). A medida que el Camino avanza, una serie de taludes y cañas (Arundo donax) rodean la vía, proporcionando sombra y frescor especialmente necesarios en días calurosos. En ocasiones, algún conejo (Oryctolagus cuniculus) o alguna perdiz (Alectoris rufa) puede atravesar el camino, en el que también es posible observar aves típicas de un paisaje estepario, como cogujadas (Galerida cristata), collalbas (Oenanthe sp.), trigueros (Miliaria calandra), e incluso algún aguilucho cenizo (Circus pygargus).
Tras atravesar el único túnel del recorrido, el de Las Tablas, puede verse la población de Almodóvar del Río y a la izquierda, sobre un cerro dominando el municipio y los alrededores, su castillo, declarado Bien de Interés Cultural, que puede visitarse.
Posteriormente, el Camino cruza el arroyo Redondo y después, el puente de la Torvisca, desde el que se divisa el municipio de Guadalcázar. La ruta continúa hasta llegar al área de descanso, ubicada donde se situaba la antigua estación de Guadalcázar. Tras cruzar la carretera CO-3304 se encuentra el único punto del recorrido donde es posible abastecerse de agua potable.
Más adelante, se cruza el puente de la Marota y tras éste, se produce un cambio en el paisaje. El relieve ha permitido que en esta zona aún existan parcelas de vegetación mediterránea, conformadas por encinas (Quercus ilex), grandes lentiscos (Pistacia lentiscus), mirtos (Myrtus communis) y otras especies de matorral. Una isla del primitivo paisaje de esta comarca en un mar de campiña, donde encuentran cobijo mamíferos como el zorro (Vulpes vulpes) o el curioso meloncillo (Herpestes ichneumon).
La ruta encuentra ahora una bifurcación en el camino, donde es necesario girar a la derecha hasta alcanzar un parque periurbano, acondicionado con mesas, donde pasar el día a la sombra de los chaparros. En este punto, cada 15 de mayo, los romeros de Guadalcázar celebran la festividad de San Isidro Labrador.
El Camino continúa entre olivares, hasta el área de descanso de Las Pinedas de La Carlota, donde también se encuentran dos antiguas fuentes–abrevaderos y una granja escuela. Poco después de pasar por este lugar, la ruta cruza el arroyo Guadalmazán y llega a la carretera A- 445, muy cerca de La Fuencubierta, otra pedanía de La Carlota, desde donde es necesario atravesar la carretera y continuar aproximadamente 4 km por un camino rural, hasta alcanzar la provincia de Sevilla. Justo al cruzar la carretera, unos metros a la izquierda, la ruta encuentra el camino donde se ubica la estación de La Carlota, que atraviesa una zona de huertas particulares, y un poco después pasa por debajo de la línea del AVE Madrid-Sevilla.
La ruta continúa hasta alcanzar la estación de Navalagrulla, actualmente en ruinas, pero con una pequeña área de descanso. Algo más adelante se cruza el camino a Palma del Río.
A partir de aquí, los cultivos de cereal predominan en el paisaje, combinándose en ocasiones con algodonales y olivares. Tras cruzar la carretera A-8203, se llega a un área de descanso, junto a una pasarela sobre la carretera A-453, desde donde se divisa una panorámica de la cercana ciudad de Écija, uno de los centros históricos y artísticos más importantes de toda Andalucía. Por ello se recomienda efectuar una parada y pasear por su casco histórico, visitando alguno de sus palacios, conventos o iglesias. Tras la pasarela, el Camino atraviesa un puente y llega al municipio de Écija, donde se transforma en carril bici. Desde aquí prosigue recto por la ronda del Ferrocarril, atravesando una serie de rotondas hasta llegar a un gran silo, desde donde la ruta continúa por la calle Boabdil hasta salir del municipio.
De nuevo, una campiña de cereales y girasoles acompañan al viajero en este tramo final hacia Villanueva del Rey, donde se encuentra un área de descanso y el final del Camino.
Las estepas son paisajes dominados por amplios espacios abiertos, sin fuertes pendientes y con una rica biodiversidad adaptada a las especiales condiciones del entorno, entre la que destacan aves como la cogujada o las alondras (Alauda arvensis), y otras tan espectaculares como los sisones (Tetrax tetrax), alcaravanes (Burhinus oedicnemus) y gangas (Pterocles sp.). Muchas de estas especies son únicas en Europa y en la actualidad se encuentran en peligro de extinción, principalmente por la intensificación de los cultivos que se está produciendo en las campiñas.
El municipio de Écija, es también conocido popularmente como la “Ciudad del Sol” o “Ciudad de Las Torres”, pues son once las que se elevan en su perfil, junto a otras nueve espadañas que rematan sus numerosos templos. El casco urbano, rico en palacios y miradores, guarda vestigios de asentamientos romanos, visigodos y musulmanes. Goza de acreditada reputación desde 1996 por ser declarada Conjunto Histórico-Artístico.