Durante la década de 1920, con objeto de dar salida a la importante producción industrial de la ciudad de Alcoy por el puerto de Alicante, comenzó la construcción de una línea ferroviaria, cuyo trazado aprovecha ahora este Camino Natural. Las obras, que comenzaron al amparo del Plan Guadalhorce de ferrocarriles durante la dictadura del general Primo de Rivera, nunca finalizaron a causa de la Guerra Civil.
La andadura de este Camino Natural perfectamente señalizado comienza en el apeadero de Agost, donde existe un aparcamiento para bicicletas. A los pocos metros del inicio se encuentran unos campos de cultivo y, dejando a su espalda pistas asfaltadas, permite observar unas antiguas extracciones de arcillas y los famosos cultivos de la variedad de uva embolsada Vinalopó, muy apreciada como fruta de mesa.
Esta parte del recorrido se encuentra presidida por la majestuosa Sierra del Cid, mientras que el entorno más cercano a la ruta lo ocupa alguna fábrica de ladrillos y el pueblo de Agost.
En el kilómetro 5 junto al municipio de Agost se encuentra una zona de descanso, a continuación, el camino prosigue por un puente verde metálico sobre la carretera que llevará al viajero hasta un nuevo tramo entre cultivos en el que le acompañarán palmeras (Phoenix sp.), higueras (Ficus carica) y algarrobos (Ceratonia siliqua). De vez en cuando se puede observar alguna balsa de riego, siendo especialmente evidente una de ellas, totalmente tapizada por una planta verde que acumula agua en sus hojas carnosas, conocida como uña de león (Carpobrotus edulis).
Poco después el camino se encajona en una trinchera excavada para nivelar el trazado de la vía. En esta parte del recorrido es posible percatarse de las pronunciadas excavaciones en el terreno y la construcción de puentes que se realizaron para el ferrocarril y, siguiendo camino, todavía puede observarse un acopio de piedra machacada (balasto), que debería haberse utilizado para las vías de tren. Pasado este punto, el camino continúa entre talanqueras de madera, y gira realizando una curva en dirección a la Serra del Maigmó, ante un gran bancal.
El itinerario continúa por un tramo de pista cementada y cruza un par de puentes, desde cuyos taludes se pueden contemplar un buen número de madrigueras que indican la muy abundante presencia de conejos (Oryctolagus cuniculus) en la zona.
La ruta pasa cerca de una balsa de riego, en esta parte del recorrido es posible ver una planta muy emparentada con el tabaco y que se conoce vulgarmente con el nombre de "tabaco moruno". Su nombre científico (Nicotiana glauca), indica el grado de parentesco con el tabaco (Nicotiana tabacum) aunque esta especie comparte otra toxina denominada anabasina, parecida a la nicotina.
El trayecto prosigue y tras atravesar una rambla continúa recto hasta alcanzar el primer túnel, que estuvo destinado a polvorín durante la Guerra Civil y, sobre la ladera que está justo encima de él, se puede observar todavía una garita de vigilancia. Tras atravesarlo, el Camino Natural encuentra los apartaderos diseñados para evitar atropellar a los transeúntes que, junto con el tren, estaba pensado que utilizasen la vía como zona de tránsito.
Poco después de este túnel, la senda encuentra el primer viaducto, conocido como Forn del Vidre. En este gran puente se puede ver el cambio producido en la ingeniería constructiva de la época, que pasa de la construcción de piedra al uso de hormigón. Desde el puente también se pueden observar las obras de un azud que nunca llegó a funcionar.
Continuando la vía, el camino pasa nuevamente por una trinchera en la que una malla metálica evita la caída de piedras. Un poco más adelante, se asoma otro acopio de piedra de balasto, desde donde la ruta sigue recta pasando por un gran embalse, hasta llegar a un área de descanso.
Tras el reposo, el trayecto llega a un cruce, donde el viajero podrá observar una antigua y pequeña caseta blanca y un cartel que nombra la zona como "Hacienda El Palomeret" área que fue muy conflictiva en la década de 1970 por una gran urbanización planteada que, finalmente, nunca se llegó a construir.
En este punto el Camino sigue recto por un firme de asfalto durante pocos metros hasta el siguiente gran viaducto, de características constructivas idénticas al anterior, atravesando posteriormente una rambla para llegar al siguiente túnel, en cuya salida encuentra un tramo recto con barandilla de madera a ambos lados hasta un cruce que sube de Agost. La ruta continúa recta en dirección a dos acueductos, que la cruzan, y a un nuevo túnel.
Un poco más adelante hay un azud de piedra y mortero, obra de ingeniería mucho más antigua que las anteriores, que antaño sirvió para represar el agua. El Camino continúa para llegar ahora al siguiente túnel, custodiado por un gran pino que tiene un banco en su base, y un lentisco que tapiza uno de los muros. Continuando el viaje, la ruta sigue hasta atravesar un par de túneles más, entre los que se encuentra un gran muro de contención.
Tras el último túnel, que no está iluminado como indica un cartel, se llega a una zona de descanso dotada de mesas y bancos, el Camino Natural atraviesa unas antiguas canteras de extracción de arcillas y llega a su fin junto al Port del Maigmó (610 m), cerca de la autovía A7.
Este curioso acontecimiento que se celebra tres semanas después del Miércoles de Ceniza es la fiesta local más famosa de Agost. Su origen, que data de tiempos inmemoriales, consiste básicamente en instalar en la puerta de las casas y de las escuelas algunos velles, muñecos que representan costumbres típicas o lugares del pueblo.
Como dato curioso, estos monigotes suelen incluir carteles que simulan lo que hablan o dicen los velles y que, en la mayoría de los casos, hacen alusión a realidades del pueblo en un tono satírico.
Agost es un pueblo totalmente ligado al barro con una tradición alfarera que se remonta al siglo XVIII, y sus famosos botijos de barro blanco son los productos que más fama han dado desde siempre a sus artesanos, debido al agradable sabor que confieren al agua.
La mitad de los alfares actualmente activos continúan trabajando según la técnica tradicional, con barro de la zona, modelando las piezas a mano y cociendo el producto en un horno árabe de leña.
Para empaparse de la tradición alfarera del pueblo, el Ayuntamiento de Agost ubicó un museo en un antiguo alfar que estuvo en uso hasta 1975. Además, creó una ruta que recorre por las viviendas-taller del pueblo, las balsas de decantación, la fuente de abastecimiento de agua y una antigua mina.