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Etapa 7: Gormaz - San Esteban de Gormaz

Descripción

Etapa 7: Gormaz - San Esteban de Gormaz

Por tierra de viñedos

A la sombra de la imponente fortaleza califal de Gormaz comienza esta etapa, que discurre inicialmente entre sabinas y encinas; y donde comenzarán a aparecer los almendros y los viñedos, que acompañarán durante gran parte del viaje al río Duero. Se entra en el territorio de la Denominación de Origen de los vinos de la Ribera del Duero, que tanta fama han dado a estas tierras a nivel mundial.

Después de recorrer y atravesar la pequeña población de Gormaz, se asciende por la carretera que da acceso a la fortaleza califal, dando vista a campos y eriales, surcados por el Duero, y a las sabinas (Juniperus thurifera) que cubren las laderas.

Fortaleza califal de Gormaz

Tras pasar junto a la ermita románica de San Miguel (s. XI-XII), se toma un camino que rodea el cerro sobre el que se asienta el baluarte. El paseo alrededor de la fortaleza regala unas impresionantes vistas y panorámicas, poniendo de manifiesto todo el esplendor que debió tener en el pasado, con un paisaje que combina campos de girasol y cereal con eriales donde la sabina empieza a colonizar terrenos pastoreados durante siglos.

El recorrido continúa entre sabinas y conduce hasta una carretera, la SO-160, junto a la cual se debe caminar con precaución durante unos 2,5 kilómetros. En este tramo se vuelve a ver pino resinero o negral (Pinus pinaster) con jaras (Cistus ladanifer), que pone de manifiesto un cambio de suelo: de margas y calizas a arenas y cantos de río.

En una curva de la carretera, frente a un poblado de casas (la Granja El Enebral), se abandona ésta para tomar el camino que sale por la izquierda, donde es fácil que se pueda ver a algunos de los numerosos rabilargos (Cyanopica cyanus) que pueblan la zona.

Colmenares en el recorrido

La ruta continúa entre tierras agrícolas, sabinas, encinas (Quercus ilex), ruinas de tenadas y torres vigía o atalayas, que en adelante jalonarán el recorrido. Estas construcciones son resultado de la reestructuración de la frontera del Duero que ordenó el primer califa andaluz, Abderramán III, para proteger los pasos que daban acceso a la cuenca del Ebro y al Sistema Central. Para ello organizó una frontera basada en un alineamiento de atalayas que mantenían comunicación permanente entre ellas mediante contacto visual.

A medida que se avanza, las sabinas van desapareciendo y la encina se adueña del paisaje, acompañada de jaras y cantueso (Lavandula stoechas), creando un lugar idóneo para la apicultura, tal como muestran los colmenares que aparecen a lo largo del recorrido.

El itinerario va girando poco a poco hacia el norte, en busca del pueblo de La Olmeda. Tras pasar la antigua vía férrea abandonada de Valladolid-Ariza, el camino se vuelve más ancho y, a la izquierda, se ve la perfecta alineación del bosque de ribera del río Ucero, afluente del Duero.

Siguiendo por eriales, un yacimiento de áridos y plantaciones de chopo (Populus alba), se llega a La Olmeda. En esta población existe gran número de construcciones de madera y adobe, la mayoría en ruina. El adobe es un material de construcción formado por una masa de barro mezclado con paja, antiguamente muy utilizado en los territorios donde no había piedra o roca para mampostería. Otra curiosidad que puede observarse en La Olmeda es el suelo de las fincas que rodean la población, formado por cantos de río para evitar que se levantase polvo durante la trilla.

Tras dejar esta localidad el trayecto continúa por un pastizal aprovechado por ganado vacuno estabulado, en busca del bosque de ribera del río Ucero, protegido por una densa orla espinosa de zarzas (Rubus sp.) y escaramujos (Rosa canina), donde juguetean los papamoscas grises (Muscicapa striata). Al fondo, sobre los páramos calizos, se observan nuevas torres vigía. Un poco más adelante el recorrido gira a la izquierda en una bifurcación, para seguir por terrenos baldíos colonizados por rosales silvestres.

A medida que se avanza se comienzan a ver almendros (Prunus dulcis), prueba de que se está en una zona más térmica, y viñedos, señal de que se está llegando a la Denominación de Origen de los vinos de la Ribera del Duero.

Eriales, viñedos, girasoles, almendros y un pequeño pinar de pino resinero acompañan el camino hasta el área recreativa de Ucero, situada al final de un pequeño desfiladero que conduce hasta la población de El Burgo de Osma, donde se puede realizar un merecido descanso. En las cercanías se sitúan los restos de la ciudad celtíbera de Uxama. Un paseo peatonal permite ir desde esta área recreativa hasta El Burgo de Osma.

Río Ucero a su paso por el caserío Portuguí

La ruta continúa cruzando el puente sobre el río Ucero y girando a la izquierda para transitar unos pocos metros por la carretera, pasando junto a las ruinas de una antigua central hidroeléctrica. En el primer cruce que aparece toma la carretera de la derecha, para girar a continuación a la izquierda y tomar un camino agrícola. En este tramo la ruta coincide con el Camino del Cid.

Se avanza entre cultivos de cereal y viñedos, paisaje roto por sabinas que crecen de forma dispersa en los ribazos, nogales (Juglans regia) o tenadas semiderruidas. Al ascender a un pequeño alto en el camino y cambiar de dirección se observa, por encima de la llanura castellana, la Sierra de Ayllón. Más adelante el recorrido pasa junto a una ladera arcillosa con afloramientos calizos, fuertemente erosionada, donde sólo es capaz de vivir la sabina, que forma un bosquete no muy denso.

Tras dejar atrás el sabinar, el recorrido llega a un cruce donde se gira a la izquierda rumbo sur, quedando de frente la Sierra de Ayllón. En un suave descenso entre fincas se llega a Pedraja de San Esteban, población alrededor de la cual hay varios palomares, situados en las laderas más cercanas al pueblo, que cierran la vega del río Duero.

Los palomares son una muestra del ingenio de las personas del medio rural. Construidos en adobe o piedra y generalmente de forma circular, con tres muros interiores concéntricos y nidos excavados en los muros para la cría de los pichones, los construían en el mismo lugar donde de forma natural se posaban los bandos de palomas.

El camino desemboca en una carretera local que permite cruzar el pueblo y continuar por ella la ruta. Se observa en la ladera la existencia de bodegas donde, durante siglos, se ha producido la fermentación del vino.

Se pasa un puente y se gira a la izquierda, continuando por un camino agrícola a lo largo de la vega del río Duero, cuyo arbolado delata su curso, dejando a la derecha eriales y pequeños cortados calizos.

Siguiendo el camino aparecen las choperas de producción, chopos negros (Populus nigra) y álamos blancos, configurando un bonito paseo ribereño que conduce hasta San Esteban de Gormaz.

Un área recreativa, un embarcadero donde es posible acceder al río Duero y practicar piragüismo, o la playa fluvial de La Rambla son algunos de los atractivos que se encuentran a la entrada de San Esteban de Gormaz. Población que recibe el final de la etapa y bien merece un paseo para visitar sus calles y monumentos, como la iglesia románica de San Miguel o el castillo medieval.

Mapa

Perfil

Perfil MIDE de la Etapa Gormaz-San Esteban de Gormaz

MIDE (Método para la Información de Excursiones)

(calculado según criterios MIDE para un excursionista medio poco cargado)

Destacados

Información adicional

La Ciudad de Osma, El Burgo de Osma y Osma

La Ciudad de Osma es el núcleo histórico altomedieval, mientras que El Burgo de Osma es la villa aledaña, declarada Villa de Interés Turístico en 1962 y Conjunto Histórico-Artístico en 1993. El Burgo de Osma es centro comarcal de servicios de la comarca de Tierras del Burgo y Sede del obispado.

El origen de este emplazamiento fue la ciudad celtíbera de Uxama, cuya población arévaca tomó parte en las guerras sertorianas, resistiendo a Pompeyo, hasta que fue tomada y destruida (72 a.C.). Reedificada después, ya como la romana Uxama Argaela, su situación en la vía de Asturica a Cesaraugusta le imprimió inusitado esplendor. El primer documento existente de la Diócesis de Osma es del año 597, donde formaba parte de la provincia eclesiástica de Toledo. En la Edad Media, su núcleo urbano pierde importancia y se traslada hacia la parte baja, donde se desarrolla una nueva población, Osma, repoblada en 912 e incorporada a la defensa de la línea del Duero contra los musulmanes.

La diócesis de Osma se restauró el año 1101, siendo nombrado primer obispo, Pedro de Bourges (San Pedro de Osma), que hizo levantar la catedral en el llano, a la otra orilla del Ucero, junto a un antiguo monasterio, y ése fue el origen del actual El Burgo de Osma. En 1372 su dominio pasó al Obispado y, en 1440, al Señorío de don Álvaro de Luna, por donación de Juan II, siendo los siglos XVI al XVIII los de su plenitud. Reflejo de aquellos años es su catedral, silueta señera de la ciudad, y el monumento de mayor importancia en la provincia, por su jerarquía y la profusión de las obras artísticas que contiene.

Toda esta ajetreada historia ha legado un gran patrimonio histórico-artístico, así como un gran número de museos de diferente temática, merecedores sin duda de una visita. Destacan la Catedral del Burgo, de estilo gótico con elementos románicos, renacentistas y barrocos. Interesante de ver entre tanto: capilla de San Pedro, (S. XVI); torre barroca de José de Lacalle y Sagarvinasa; sacristía y girola de Juan de Villanueva; capilla Palafox, de Villanueva y Sabatini; Beato de Osma, 1086; Cristo del Milagro; sepulcro de San Pedro de Osma; retablo Mayor de Juni, Picardo y Pedro Andrés; e importantes piezas de ropa litúrgica, orfebrería, platería y libros religiosos. Además son dignos de resaltar la Universidad de Santa Catalina, el Hospital de San Agustín, el Hospicio de San José, el Seminario, las calles porticadas y la Plaza Mayor.

Cañón del Río Lobos

A unos 15 km al norte de El Burgo de Osma se encuentra este Espacio Natural Protegido, haciéndose imprescindible citar su presencia por el gran valor natural y artístico que atesora. En su interior y alrededores se conserva un valioso conjunto histórico-artístico de pueblos y villas de pasado recio: Ermita de San Bartolomé, Ucero y San Leonardo. La espectacularidad de su geomorfología le hace ser considerado como uno de los rincones más más bellos de España.

Se puede acceder al Cañón del Río Lobos por un sendero que parte desde El Burgo de Osma hasta Ucero, caminando por la vega del río del mismo nombre, y que recorre un paisaje de ribera dominado por extensas choperas y tierras fértiles donde aparecen los primeros cultivos de viñas y manzanos en puntos altos de la Cuenca del Duero.

Se trata de un profundo cañón formado por la erosión de la corriente del río Lobos sobre la roca caliza que ha dejado a la vista enormes farallones de varias decenas de metros. Este tajo, con una longitud de 25 km, es fruto de una doble erosión, la debida al desgaste del propio río y la debida a la disolución de la roca por el agua. El hundimiento del lecho se ha producido al ceder las grutas que previamente había excavado el agua. Este hundimiento ha dejado las zonas cóncavas, también llamadas lermas, que se pueden ver, teñidas por los óxidos, en las paredes del cañón.

Además hay que destacar que este singular espacio acoge un gran número de aves rapaces como el alimoche (Neophron percnopterus), el milano real (Milvus milvus), el halcón (Falco peregrinus), el águila calzada (Hieraaetus pennatus),el águila real (Aquila chrysaetos) y el búho real (Bubo bubo), y predominantemente, el buitre leonado(Gyps fulvus), que puebla las cornisas de los farallones y sus oquedades, por lo que ha sido declarado Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA) según la legislación comunitaria.

Los sabinares

Los sabinares de sabina albar son considerados relictos testimoniales de los bosques esteparios pre-glaciales que tuvieron su esplendor en períodos más áridos que los actuales.

Esta herencia esteparia confiere a la sabina albar una gran capacidad de sobrevivir a las bajas temperaturas invernales y a las sequías estivales, por lo que las principales masas arbóreas se pueden encontrar actualmente en zonas con un duro clima continental.

La sabina es un árbol que se caracteriza por tener forma cónica, ser resinoso y siempre verde, generalmente de mediana talla, aunque los ejemplares más antiguos pueden llegar a alcanzar los 20 metros de altura, que forman bosques más o menos abiertos.

Su origen se remonta al terciario, hace a aproximadamente 80 millones de años, cuando las condiciones tropicales que afectaban al Mediterráneo fueron desapareciendo. Así, debió expandirse de forma amplia y uniforme por todo el territorio antes de la elevación de los grandes sistemas montañosos africanos y europeos. Durante el cuaternario, su área de distribución se redujo mucho, por lo que estos bosques son muy valiosos debido a su condición de enclaves relícticos.

Otras especies vegetales que se pueden encontrar acompañando a la sabina son: la encina, el quejigo (Quercus faginea), el pino resinero, el pino albar (Pinus sylvestris), el pino laricio (Pinus nigra), el rebollo (Quercus pyrenaica), la aulaga o aliaga (Genista scorpius), el tomillo (Thymus sp.), el enebro (Juniperus communis), etc.

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