La sexta etapa de este Camino Natural atraviesa el extremo oeste de la sierra de Guara, recorriendo el valle del Guatizalema con sus típicas gargantas y paredes de conglomerado de la zona de Vadiello, para alcanzar la zona llana del Somontano de Huesca. A lo largo de sus 21,6 km cruza los municipios de Nueno y Loporzano y el extremo occidental del Parque Natural de la Sierra y los Cañones de Guara.
Partiendo del puente medieval de Nocito, el Camino ofrece dos alternativas: una atravesando el barrio de San Pedro, al otro lado del puente, y la otra directa por pista hacia el mesón de Nocito y Vadiello, confluyendo ambas un poco más adelante.
Si se opta por la alternativa del barrio de San Pedro, hay que cruzar el puente medieval para acceder al mencionado barrio por una calle empedrada que asciende con bonitas casas de montaña, alguna con escudos engalanando las fachadas. En la parte alta del pueblo el Camino gira a la derecha y desciende hasta el final de las casas, donde se desvía a la izquierda por una senda empedrada junto al camping. Desde esta senda parte un minúsculo ramal a la derecha, empedrado también, que conduce a una antigua fuente.
Continuando la ruta, el sendero avanza dejando a la izquierda el desvío a la ermita de San Andrés y cruzando el río Guatizalema por una pequeña pasarela, hasta unos metros más adelante conectar con la otra alternativa para iniciar esta etapa: una pista ancha que discurre en paralelo al río Guatizalema, partiendo desde el puente de Nocito, y que transita hasta este punto entre fincas donde habitualmente se pueden ver pastando algunos caballos.
Desde este lugar, la pista continúa siguiendo el río Guatizalema y en aproximadamente 1 km se llega a una construcción de piedra típica de montaña con un patio y un horno, el Mesón de Nocito, junto al que una señal indica que se entra en el Parque Natural de la Sierra y los Cañones de Guara. Poco más adelante, se deja a la izquierda un desvío que asciende al Tozal de Guara y el barranco de La Pillera, sin embargo, la ruta continúa avanzando hacia el sur hasta alcanzar el río. En este punto la ruta abandona la pista, que vadea el cauce, para tomar hacia la derecha un sendero señalizado que se mantiene en la orilla derecha del río Guatizalema y se dirige hacia Vadiello, que se encuentra a 13,3 km.
La senda pasa en un primer tramo junto a la orilla del río, que discurre sobre estratos calizos tableados formando gradas, para después separarse y ascender entre una vegetación con abundantes bojes (Buxus sempervirens), quejigos (Quercus faginea) y pinos (Pinus sylvestris) por la ladera derecha del valle que comienza a abrirse. Tras vadear el barranco del Cajical por unas piedras, justo al lado de un panel informativo sobre el Parque Natural, en pocos minutos se llega al desvío hacia el dolmen del Palomar y Santa Eulalia la Mayor por el Cuello Bail, que parte a mano derecha. El Camino comienza a bajar hacia el río por una zona de escaleras y barandillas, hasta cruzar una pista, acercándose hasta la orilla misma del río por una zona más frondosa en la que avanza entre meandros.
El Camino atraviesa el río Guatizalema gracias a unas piedras dispuestas para ello, debiendo tener precaución en este punto, ya que según la época del año, alguna de ellas puede estar cubierta e incluso arrastrada por la corriente. Una vez en la orilla izquierda y siguiendo la señalización hacia Vadiello (a 10,5 km de aquí), la ruta asciende por una zona de bosque de robles más denso, que alterna con zonas de claros en las que se puede ver, sobre el sendero, las blanquecinas paredes de calizas del pico Fragineto y, por debajo, el río Guatizalema que poco a poco va encajonándose más en el fondo.
La senda continúa entre una abundante vegetación, atravesando alguna zona de losas de piedra, con vistas a las gargantas del Guatizalema en el fondo del valle, y las paredes y crestas calizas en las partes altas de los dos márgenes del valle.
Se sigue ganando altura hasta que, llegado un punto, la senda comienza a descender de manera bastante acentuada por una zona boscosa, atravesando alguna pedrera proveniente de las paredes calizas que hay a la izquierda, sobre el camino, y sigue descendiendo hacia la orilla del río.
La senda llega hasta la orilla del río junto a la zona en la que las paredes verticales de caliza de ambos márgenes cierran el valle. El río se atraviesa por medio de una las piedras dispuestas para ello pero, al igual que en el paso anterior, habrá que tener cuidado ya que dependiendo de la época del año y las crecidas puede faltar alguna o estar cubiertas por el agua, ya que se ha alcanzado prácticamente la cola del embalse de Vadiello. El río se cruza en un entorno espectacular, entre paredes calizas y se vuelve a ascender de nuevo, ahora por la orilla derecha, entre un denso bosque y canchales bajo el pico Proyectil, con los estratos verticales de la cara oeste del Fragineto en la orilla contraria y en el fondo del valle las aguas estancadas de la cola del embalse siguiendo las curvas de la orografía.
La senda se estrecha bastante, avanzando sobre tramos de canchal con piedras sueltas y vegetación de matorrales de boj y quejigos, con el precipicio sobre el embalse a la izquierda, apareciendo una cueva en los paredones calizos que se alzan sobre el Camino Natural. Algo más adelante, la senda comienza a descender aproximándose a la orilla, en una de las curvas que hace el embalse, donde aparece una zona de roca caliza desnuda con maderos en el suelo para facilitar el paso.
A partir de aquí la ruta comienza a ascender de manera bastante exigente a través de un canchal en zigzag hasta alcanzar un pequeño mirador con un panel informativo sobre las gargantas del Guatizalema y los cañones de Guara, que ofrece una panorámica espectacular hacia el norte del camino recorrido.
El Camino comienza a descender por la ladera este del pico el Borón con el precipicio del embalse a la izquierda. Se atraviesan canchales y zonas bastante expuestas, en algunos tramos con la protección de barandillas de sirga metálica, viéndose cada vez más cerca los paredones de conglomerados de la parte sur del embalse. La senda atraviesa un collado desde donde se ven las peñas de El Huevo y San Cosme en la orilla opuesta del embalse, y los mallos de Ligüerri, en la ladera por donde se está caminando.
Tras pasar varios tramos protegidos con barandilla de sirga metálica se alcanza la zona de transición entre las calizas de la parte norte del embalse y los conglomerados de esta zona sur. El Camino comienza a girar hacia la derecha para rodear el brazo del embalse correspondiente al barranco del Diablo, que se sortea mediante una pasarela metálica. El itinerario continúa hacia el sur, ascendiendo hasta un pequeño collado desde el que se ve al fondo la carretera y a mano izquierda una pared de conglomerados equipada con clavijas para la escalada.
El sendero desciende hacia la orilla y enseguida se llega a una zona de descanso con paneles informativos, bancos de madera y una pasarela que accede al final de la carretera y al antiguo puente, actualmente medio derrumbado, bajo impresionantes paredes de conglomerado de gran verticalidad. Esta es la zona de los mallos de Ligüerri, formaciones geológicas de similar origen a los famosos mallos de Riglos, pero con sus característicos bandeados con colores más grises, aspecto más redondeado y, en general, de menor tamaño, también en este caso ideales para la práctica de escalada en roca.
En Vadiello se encuentran dos macizos separados por el embalse: En la orilla izquierda quedan las paredes de La Predicadera, El Huevo de San Cosme y la zona del Santuario de San Cosme y San Damián. En la orilla derecha, el macizo formado por varios conjuntos de mallos, los de Ligüerri, al Este junto al embalse, los de Lazas en el centro, y los de Los Pepes en la parte occidental, donde también se esconde la ermita rupestre de San Chinés.
No hay que olvidar que se sigue dentro de los límites del Parque Natural de la Sierra y los Cañones de Guara, así que las prácticas de escalada y barranquismo se encuentran reguladas, con periodos determinados para la práctica deportiva en los diferentes sectores, evitando así la época de nidificación y cría de aves y otras especies protegidas.
Después de cruzar la pasarela, el Camino continúa por un túnel y se incorpora a la carretera que se encuentra cortada por una valla situada en el otro lado de esta infraestructura. Por la carretera se atraviesa un segundo túnel, dejando a la izquierda una pequeña zona de aparcamiento y se continúa por un tercero, esta vez un poco más largo y también sin iluminación, que va a parar a un aparcamiento situado junto a la caseta de la Confederación Hidrográfica del Ebro. Aquí se sitúan diferentes paneles informativos y un desvío asfaltado a la izquierda que lleva a la presa de Vadiello, construida para abastecer de agua potable a la ciudad de Huesca en el año 1971.
El Camino continúa por la carretera cruzando un último túnel, dejando las casas de Vadiello a la derecha, y avanzando unos 400 m hasta una curva en la que la ruta se desvía de la carretera por una senda que parte a mano derecha, en dirección a Santa Eulalia la Mayor. Se transita ahora por el entorno del barranco de Vadiello, por el que se accede a varias rutas y vías de escalada como la zona del circo de Ligüerri o la canal del Palomo.
Tras unos metros se llega a un panel con información del Camino y un aparcabicis, y a la izquierda, al otro lado del arroyo, una zona de descanso bajo una bonita y sombreada chopera. Retomando la ruta, y tras caminar unos metros, se cruza el barranco de Vadiello por unas piedras y luego el sendero asciende por una zona boscosa de pinos. Llaneando por la ladera bajo las impresionantes paredes del circo de Ligüerri, la ruta se desvía a la izquierda adentrándose en el denso pinar de repoblación (Pinus nigra) que ocupa esta aterrazada ladera, para en unos 500 m volver a salir al claro y continuar llaneando hasta una zona con bastantes carrizos en el barranco de los Terreros. Aquí se puede encontrar una balsa y un panel con información del Camino.
A la espalda continúan vigilantes los paredones de conglomerados del barranco de Vadiello, en cuyas repisas se pueden divisar algunas cabras domésticas asilvestradas o “cimarronas”, compartiendo territorio con los habitantes más característicos de estas formaciones geológicas: grandes rapaces como el buitre leonado (Gyps fulvus), el alimoche (Neophron percnopterus), el quebrantahuesos (Gypaetus barbatus), el águila real (Aquila chrysaetos), el halcón peregrino (Falco peregrinus) o el búho real (Bubo bubo). También aparecen otras aves de menor tamaño como el trepariscos (Tichodroma muraria), que nidifica en el Pirineo pero suele pasar los inviernos en Vadiello, el roquero solitario (Monticola solitarius), el colirrojo tizón (Phoenicurus ochruros), la collalba negra (Oenanthe leucura) o chovas piquirrojas (Pyrrhocorax pyrrhocorax).
La pista continua entre pinares dejando a un lado el desvío a la ermita de San Chinés, junto a la Caseta de San Román, ascendiendo en zigzag hasta alcanzar otra pista que viene de Vadiello, tomando la dirección a Santa Eulalia. Se continúa ascendiendo, con impresionantes vistas a la espalda de los paredones de conglomerados de los mallos de Lazas y Los Pepes, hasta alcanzar el collado de donde parte a la derecha el camino hacia los pozos de hielo de Cuello Bail. El Camino Natural continúa hacia el sur avanzando por el pinar, hasta tomar una curva a la izquierda donde el arbolado deja paso a una zona de matorral de boj y enebro (Juniperus communis), que ofrece unas vistas espectaculares de la Hoya de Huesca.
El Camino continúa descendiendo hacia Santa Eulalia la Mayor rodeando el cerro de Forcas, hasta una pequeña zona de descanso situada en el mirador de la Gabardiella, justo en el desvío hacia la ermita Virgen de Sescún y la torre medieval de la Atalaya. Junto a la ermita, del siglo XII y de planta rectangular, hay una zona de descanso y una fuente y, siguiendo un poco más adelante, se llega a la torre de la Atalaya, reconstruida recientemente y perteneciente a un castillo musulmán de origen incierto que pasó a manos aragonesas en el siglo XI. Desde esta localización hay unas impresionantes vistas tanto de la sierra de Guara, por su cara sur, como de la zona llana de la Hoya de Huesca.
De vuelta al desvío, se continúa hacia la población de Santa Eulalia la Mayor, tomando una nueva bifurcación a la derecha que conduce hasta un panel informativo junto a las primeras casas. Un poco más abajo, se llega hasta la iglesia de San Pedro, del siglo XVII, que separa al pueblo en dos barrios. En el barrio de abajo se pueden encontrar las típicas casas señoriales de la zona, con arcos de medio punto en las portadas y sus escudos de armas.
La presa de Vadiello embalsa al río Guatizalema en su cauce intermedio, aprovechando el desfiladero que encajona al río en el entorno de la sierra de Guara. Se trata de una presa de gravedad de más de 100 m de altura en coronación terminada de construir a finales de 1971. Las aguas de este embalse se utilizan para el abastecimiento y el riego de las poblaciones vecinas.
El bello y aislado paraje que forman las aguas embalsadas, el encajado cauce del río Guatizalema y sus barrancos, y los monumentales mallos que lo rodean, así como su distancia a Huesca (poco más de 20 km hasta la capital provincial), hacen de este entorno un destino popular para todo aquel que tiene interés en conocer el Parque Natural de la Sierra y los Cañones de Guara.
En la parte central se levantan los denominados mallos, unas formaciones de conglomerados de grandes paredes verticales aisladas. Los de aquí son conocidos como los Mallos de Ligüerri, y están dominados por los monolitos la Mitra y el Puro, junto con el barranco de Isarre en el que se encuentra la ermita de San Chinés. Entre otras de las formaciones rocosas más famosas se pueden mencionar el “Huevo de San Cosme”, los mallos de la Patata, de los Pepes (o d’Aliana), las Lazas, las Crestas del Borón o el pico San Jorge.
Asimismo, en la zona del embalse se encuentran los barrancos de Escomentué, del Diablo, de Lazas y la Canal del Palomo, que cobijan numerosas buitreras.
Este enclave es el punto de partida de diversas actividades de turismo deportivo en la naturaleza: el senderismo, con rutas como la de la ermita rupestre de San Chinés o a la de San Cosme y San Damián y, para los más atrevidos, escalada en los mallos o espeleología en las cuevas del entorno.
El Parque Natural de la Sierra y los Cañones de Guara es el Espacio Natural Protegido de mayor extensión en Aragón, con 47.637,66 ha de Parque Natural y 34.064,63 ha de Zona Periférica de Protección.
Enclavado en la parte central de las llamadas sierras Exteriores Prepirenaicas de Huesca, a pesar de su nombre, debido a la sierra de Guara, el Parque Natural se extiende a ambos lados de la sierra a lo largo de 40 km, abarcando otros sistemas montañosos más pequeños. Alcanza sus mayores alturas en el Tozal de Guara (2078 m) y el Tozal de Cubilas (1942 m).
El predominio de la roca caliza en la mayor parte del Parque Natural ha provocado un paisaje modelado por la acción erosiva de los cauces de agua, con la aparición de cavernas y simas, surgencias, dolinas o las características formaciones de la comarca de la Hoya de Huesca: los mallos.
Una de las características más destacables de estas sierras es el contraste de la vegetación entre las vertientes norte y sur.
En la sur aparecen formaciones mediterráneas con tendencia continental, destacando los encinares continentales (Quercus ilex), sustituidos por matorral mediterráneo en las zonas más degradadas y quejigares (Quercus faginea) en las vaguadas. Más en altura, domina en las laderas el boj (Buxus sempervirens) y en los fondos de valle el quejigo (Quercus x cerroides), en las umbrías, y el pino silvestre en las solanas. En los pedregales el boj es sustituido por el erizón (Echinospartum horridum). Los cantiles y roquedos son colonizados por plantas muy especializadas, algunas de ellas endemismos, como el romperrocas de Guara (Petrocoptis guarensis) o la oreja de oso (Ramonda myconi).
En la vertiente norte, el periodo de sequía típico del clima mediterráneo se reduce, permitiendo la aparición de formaciones eurosiberianas. El quejigar ocupa el lugar de los encinares, sustituido por bosques de pino silvestre (Pinus sylvestris) según se asciende en altura. En los valles con suelos más profundos es posible encontrar algunos bosquetes de abetos (Abies alba). También en estas laderas aparecen endemismos como Aquilegia guarensis o Cochlearia aragonensis.
En cuanto a fauna, la singularidad del relieve ha implicado la importante presencia de un buen número de aves rupícolas: buitre leonado, alimoche (Neophron percnopterus), quebrantahuesos (Gypaetus barbatus), águila real (Aquila chrysaetos), búho real (Bubo bubo), águila azor perdiguera (Aquila fasciata). También en sus masas forestales abunda la avifauna, destacando el pito negro (Dryocopus martius), el águila culebrera (Circaetus gallicus), el aguililla calzada (Hieraaetus pennatus), el abejero europeo (Pernis apivorus)...
Entre los mamíferos, hay presencia de corzos (Capreolus capreolus), jabalíes (Sus scrofa) y nutrias (Lutra lutra), y pequeños depredadores como tejones (Meles meles) o ginetas (Genetta genetta), y una población en crecimiento de cabra montesa (Capra pyrenaica). Entre los anfibios y los reptiles, son de especial interés el tritón pirenaico (Calotriton asper, especie endémica del Pirineo y Prepirineo), la culebra de escalera (Zamenis scalaris) y la víbora áspid (Vipera aspis). En peces, la trucha común (Salmo trutta) y el barbo (Luciobarbus bocagei) dominan entre todas las especies.
Por parte de los invertebrados, hay que destacar la presencia de cangrejo de río (Austropotamobius pallipes) y más de 130 especies de mariposas diurnas.
El territorio del Parque Natural atesora también abundante patrimonio histórico. Ha sido habitado por el hombre desde tiempos prehistóricos, hallándose manifestaciones de arte rupestre del Paleolítico Superior (del 40000 a.C. al 10000 a.C.) como la Cueva de Fuente del Trucho, del Arte Levantino (8.000 a.C. - 3000 a.C.) en los abrigos del río Vero o del Arte Esquemático (5000 a.C - 1500 a.C.). Además, hay muestras de monumentos megalíticos del III milenio a.C.
Con el paso de los siglos ha seguido aumentando este patrimonio en forma de castillos y fortalezas, edificios religiosos, infraestructuras de aprovechamiento hidráulico como azudes o molinos...
A pesar del abandono de las actividades tradicionales agrícolas, ganaderas y forestales, en los últimos años ha ido creciendo la actividad turístico-recreativa, como el descenso de barrancos, el senderismo o la escalada, que pueden suponer nuevas fuentes de riqueza para los habitantes del entorno del Parque Natural.