La quinta etapa del Camino Natural de la Hoya de Huesca transita entre las localidades de Arguis y Nocito recorriendo a lo largo de sus 20,2 kilómetros los valles de Belsué y Nocito, que se encuentran ocultos en la cara norte de las sierras de Gabardiella y Guara respectivamente. Se atraviesan los municipios de Arguis y Nueno con varios núcleos rurales, algunos de ellos actualmente abandonados, en los que se aprecia la influencia pirenaica tanto en su paisaje como en su arquitectura popular. El Camino es coincidente en gran parte del recorrido con el GR 1 y en el tramo final con el GR 16.
El recorrido principal de esta etapa, parte del panel informativo del Camino Natural situado junto al lavadero de Arguis, subiendo por una de las tradicionales calles de la población en dirección a la iglesia de San Miguel. Tras dejar a la derecha el desvío hacia la ermita de Soldevilla y rodear la iglesia, se continúa hasta la carretera, por la que hay que transitar unos 50 m hacia la derecha.
Después de tomar un desvío señalizado a la izquierda hacia la ermita de la Magdalena y el Mesón Nuevo, el Camino discurre entre las casas para atravesar un pequeño arroyo. Una vez superado, la ruta asciende por una zona de margas, hasta alcanzar un banco que, a modo de mirador, se asoma al embalse de Arguis, el embalse más antiguo en uso de Aragón. Los continuos tramos de subida y bajada por estos cerros grisáceos se suceden entre sí, caminando entre grandes regueros y cárcavas excavadas en las plomizas rocas sedimentarias, sobre las que sobreviven genistas (Genista scorpius), tomillos (Thymus sp.), bojes (Buxus sempervirens) y erizones (Echinospartum horridum).
Avanzando por la cara sur de la sierra de Bonés, el Camino Natural alcanza una pequeña vaguada donde aparece una antigua borda en ruinas. Unos metros más adelante, coincidiremos con el trazado del gasoducto, marcado con las típicas señalizaciones amarillas. Continuando la lenta pero continua ascensión y tras pasar una roca de grandes dimensiones junto al camino, se llega a una torre de alta tensión, a partir de la cual la senda se convierte en una pista que va a parar a la vía de servicio que pasa por encima del túnel de la autovía A-23.
Varios metros más adelante, después de pasar sobre el túnel, se encuentra una bonita cascada provocada por el agua de la acequia de Bonés, que pasa bajo la carretera de Belsué y desemboca en el arroyo del Fulco, que vierte sus aguas en el embalse de Arguis.
En pocos metros se llega a la Venta del Mesón Nuevo, situado sobre un collado entre la sierra de Bonés y la sierra del Águila. Esta venta, situada en un punto de paso obligado para viajeros y pastores en el puerto de Monrepós, se trata de un buen ejemplo de casa-bloque altoaragonesa, típica de la arquitectura popular del siglo XVII. Tuvo su importancia como punto de apoyo en las cabañeras que utilizaban los pastores trashumantes para guiar el ganado de las montañas a otras zonas de pasto y como paso esencial de mercancías y personas desde el valle del Ebro, hasta la apertura en los años ochenta de la nueva carretera del puerto por Nueno.
El Camino cruza la antigua carretera del puerto de Monrepós y toma una senda junto al panel informativo entre los dos edificios del mesón para comenzar a descender por la ladera izquierda del valle de Belsué, entre bojes, quejigo (Quercus faginea) y algún afloramiento de calizas margosas grises, pudiendo contemplar el pueblo de Belsué a lo lejos.
La pendiente se suaviza en la parte del fondo del valle donde comienzan a aparecer pinos y la senda se vuelve más ancha atravesando otra zona margosa acarcavada. Más adelante se ha de tomar un desvío a la izquierda hacia la ermita de la Virgen de los Linares, ascendiendo el Camino por un tramo con escaleras y barandillas de madera.
Se cree que esta ermita — cuyo nombre se debe a la utilización generalizada o cultivo del lino en Aragón hasta la llegada del algodón— tuvo origen románico y fue modificada posteriormente en época moderna. Junto a la ermita hay un panel informativo, una zona de descanso y la señalización para seguir hacia Belsué cruzando un arroyo. Un poco más adelante el Camino se desvía de la pista a la derecha para pasar entre dos campos de cultivo y subir por la colina en la que se levanta Belsué.
En el pequeño núcleo rural de Belsué las casas se disponen de una forma escalonada adaptándose a la topografía del terreno, manteniendo la arquitectura tradicional de montaña. De entre sus edificios destaca la iglesia de San Martín, del siglo XI y estilo románico lombardo, catalogada Bien de Interés Cultural por el Gobierno de Aragón, al igual que la vecina de Santa María de Belsué.
El Camino desciende hasta la carretera y tras cruzarla continúa hacia la izquierda atravesando un arroyo con abundante vegetación. Tras superarlo, sale a una zona más abierta sobre afloramientos de margas grises con abundantes fósiles de bivalvos y foraminíferos, entre matorral de bojes, tomillos y erizones. El sendero avanza paralelo a los estratos de calizas margosas y se empieza a ver a lo lejos la Pardina de Ascaso, a la que se llega en pocos minutos, situada en un entorno idílico junto al río Flumen que forma gradas y pozas o badinas visibles en este lugar.
La Pardina de Ascaso es una construcción típica de montaña altoaragonesa (actualmente en ruinas) con un edificio principal de tres plantas con tejado a cuatro aguas y muros encalados, teniendo anexos un corral, un palomar y hasta un horno de pan.
La ruta desciende para cruzar un barranco por una pasarela de madera y volver a ascender por una zona protegida con barandilla de sirga metálica, que avanza por la orilla derecha del río Flumen, en el que contemplamos de nuevo los escalones de estratos calizos de color ocre por el lavado del río, y las zonas de badinas de colores más azules.
Tras atravesar un espeso pinar, el sendero vuelve a descender hasta la orilla del río para cruzarlo por una pasarela construida aprovechando la antigua pila de piedra de un puente hace tiempo desaparecido; junto a la pasarela hay una fuente desde la que se pueden apreciar los restos de un antiguo azud. En menos de 200 m y por la orilla izquierda del cauce se llega hasta las ruinas de la despoblada aldea de Santa María de Belsué.
Entre sus edificios destaca la iglesia del siglo XI que, al igual que la iglesia de San Martín de Belsué, combina su cabecera plana mozárabe con los arcos ciegos lombardos, rasgos que las hacen únicas dentro del románico. Junto al despoblado se emplazan varios paneles informativos y una zona de descanso con aparcabicis desde donde disfrutar del privilegiado entorno natural, en el que destacan las gradas del río Flumen y el embalse de Santa María de Belsué.
El Camino abandona el despoblado siguiendo por la orilla izquierda del río Flumen rodeando un meandro por una zona de roca caliza escarpada sobre el río, protegida con barandilla metálica. Antes de bajar hasta un pequeño barranco y comenzar el ascenso que rodea el meandro por el escarpe calizo, se deja a mano derecha un sendero que tras cruzar por dos veces el meandro mediante pasaderas, nos conduce a la pista asfaltada tras la cual, en la agradable chopera de Belsué junto al embalse, se encuentra la obra escultórica “As árvores florecem em Huesca” del artista portugués Alberto Carneiro del programa Arte y Naturaleza del Centro de Arte y Naturaleza (CEDAN).
El Camino Natural cruza esta pista y continúa al otro lado en dirección Lúsera, que se encuentra a 800 m. Tras bajar una escalera de madera, y cruzar un arroyo, se asciende por la colina donde se asienta esta localidad, caminando por una zona empedrada que nos lleva hasta la entrada. A 30 m hacia el sur del arroyo mencionado anteriormente se ha rehabilitado una antigua fuente.
Al entrar en Lúsera una señal avisa del peligro de desprendimientos, debido a la caída de algunos muros de casas cercanas al borde del precipicio y que se encuentran en restauración. Por este motivo, se recomienda seguir el desvío provisional señalizado y que, una vez pasada la iglesia y un panel informativo, rodea el pueblo por su parte oeste, para volver al trazado original una vez pasado el acantilado.
En la actualidad Lúsera se encuentra prácticamente despoblado a excepción de alguna construcción que ha sido rehabilitada en los últimos años. Entre sus edificios de arquitectura tradicional pirenaica destaca la iglesia de San Miguel Arcángel del siglo XVII, el pozo-fuente medieval y dos pasos abovedados que todavía se encuentran en sus calles, realizados con piedra “tosca”, muy porosa y liviana que se suele emplear para la construcción tradicional de chimeneas. Otro atractivo de Lúsera es su situación geográfica, en lo alto de una loma al borde del acantilado dominando el valle con el embalse de Belsué al fondo, que indica su origen de carácter defensivo.
Tras tomar la pista hacia la salida del pueblo para evitar la zona de desprendimientos y continuar pocos metros a la derecha por la pista que rodea el pueblo, la ruta se desvía a la izquierda siguiendo una indicación hacia Ibirque. El estrecho sendero va descendiendo bajo una densa cubierta arbórea rodeando la cima de Lúsera, para en unos 300 m alcanzar el trazado original del Camino Natural, que proviene de Lúsera al borde del acantilado.
El Camino avanza por la margen derecha del arroyo hasta alcanzar el barranco de la Tosca, un precioso rincón donde unas pasaderas de piedra ayudan a sortear el cauce, para continuar subiendo por una ladera margosa que, poco a poco, se va adentrando en una zona de pinares y robledales, hasta que se llega a un pequeño collado.
El estrecho sendero avanza bajo el denso bosque hasta un nuevo vadeo con pasaderas de piedra en el barranco de Santa Coloma. Tras rebasarlo comienza una empinada subida en zigzag, con el rocoso Tozal de Manzanera destacando a la izquierda de la marcha. La subida finaliza en el collado de Santa Coloma, que ofrece una amplia panorámica del valle de Belsué.
A continuación se desciende por la vertiente de umbría, hasta alcanzar la fuente de la Tosca, un pequeño caño de piedra a ras de suelo en un fresco rincón en torno al cual se desarrollan hiedras (Hedera helix), madreselvas (Lonicera sp.) y pequeñas hepáticas (Hepatica sp.). Comienza un nuevo tramo de subida hasta el collado de Barbero, que separa los valles de Belsué y Nocito, y desde el que hay unas increíbles vistas de la cara norte de la sierra de Guara (Tozal de Guara), para descender hasta el barranco del Palomar, donde se pasa el desvío de la senda que lleva a Ibirque por el GR 16. En este punto es necesario cruzar el cauce por unas pasaderas de piedra para posteriormente continuar por las proximidades de la Pardina de Orlato llaneando por una zona de pastos hasta la carretera que conduce a Nocito.
El Camino cruza la carretera en tres ocasiones descendiendo por el valle de Nocito con el Tozal de Guara vigilante de frente, hacia la derecha, entre matorrales de boj y erizones. Poco después se atraviesa una zona de losas de arenisca en las que se puede observar un paleosuelo con las típicas grietas de desecación fosilizadas, y tras cruzar un barranco dominado por el quejigar, se pasa junto a un campo vallado. En breve se alcanza un altozano con un panel informativo desde donde ya se puede observar el pueblo de Nocito en el fondo del valle, con el Tozal de Guara a la derecha.
La senda continúa descendiendo y aparecen, conforme se aproxima al pueblo, pequeños muretes de piedra y campos vallados, hasta alcanzar Nocito, al que se accede por detrás de una casa del barrio de San Juan, desembocando en la calle principal junto a un panel informativo y una fuente. A unos 100 m a la derecha se llega a un puente medieval que une los dos barrios separados por el río Guatizalema, donde se han instalado varios paneles informativos y una pequeña zona de descanso que pone fin a esta larga pero bonita ruta por los valles de Belsué y Nocito.
El núcleo de Nocito cuenta con varias casas típicas de arquitectura de montaña, algunas de los siglos XVI y XVII, como denotan los escudos de armas en sus fachadas, aunque la mayoría fueron reconstruidas durante el XIX, como la iglesia de San Juan Bautista. Uno de los atractivos de este bonito pueblo es el puente medieval, formado por dos arcos de medio punto y un tablero curvo a doble vertiente con pretiles de piedra, que fue ensanchado con posterioridad a su construcción, y que forma parte del conjunto de puentes sobre el Guatizalema como el de Sipán o Siétamo.
Desde el pueblo de Arguis parte un pequeño ramal del Camino Natural de algo más de un kilómetro que conecta con la ermita de Soldevilla y la zona de la fuente de la Foz. El sendero comienza en la parte de atrás de la iglesia de San Miguel y parte en dirección a la Presa de Arguis entre muretes de piedra, poco después se ensancha ofreciendo una buena panorámica del pueblo de Arguis con sus chimeneas típicas altoaragonesas (chamineras).
El ramal continúa hasta la ermita a la que se accede por una senda que sube hasta la construcción de piedra, junto a la que hay una zona de descanso con un panel informativo y un mirador con un atril panorámico desde donde se puede apreciar todo el embalse y las sierras circundantes. El edificio, de planta rectangular, data del siglo XVI, aunque se cree que podría tener origen románico bastante anterior, y ha sido restaurado recientemente.
Bajando las escaleras de madera se vuelve a la ruta, que continúa recorriendo las margas sobre las que se asienta la ermita, atravesando un pequeño arroyo con una pasarela de madera para después bordear un campo y cruzar el barranco del Fulco por otra pasarela esta vez de hormigón. El Camino se convierte en pista para acceder a los chalets y construcciones de la zona de la fuente de la Foz, punto final del ramal. Desde aquí se puede continuar hacia la ruta circular del embalse por la presa de Arguis, que se encuentra a menos de 1 km.
Debido a los cambios acaecidos en la sociedad española durante final del siglo XIX y el XX, básicamente por la llegada de la industria, diversas zonas rurales de la Hoya de Huesca, ligadas a la economía tradicional de montaña (ganadería ovina, lana y agricultura de subsistencia), se fueron despoblando.
Esto además conllevó un cambio en la concepción de la ordenación territorial que buscaba el desarrollo económico del conjunto, por lo que se promovieron políticas de reforestación a gran escala y construcción de grandes pantanos y, debido a ello, diversos pueblos tuvieron que ser reubicados en otras zonas libres de inundación o bien sus pobladores emigraron a las ciudades.
Algunos de estos pueblos fueron abandonados por sus habitantes, aunque conservaron la propiedad de sus casas y hoy en día se mantiene la propiedad privada. Entre estos pueblos se encuentran Santa María de Belsué, Lúsera o Nocito.
Santa María de Belsué se encuentra situada a una altitud de 934 m y está construida sobre un islote del río Flumen. El paraje en el que se encuentra esta población es único, tanto por la importancia paisajística que le confiere el río Flumen como por el patrimonio cultural de la zona también ligado al río. En los alrededores se encuentran vestigios de un azud, un molino y un acueducto para el riego.
Esta población se menciona por primera vez en un documento del siglo XI, si bien nunca tuvo una población muy grande. Posee interés su iglesia de Santa María por su arquitectura románica de mediados del siglo XI, aunque en la actualidad está en un estado de abandono total y hasta carece de su techumbre, a pesar de que se encuentra catalogada como Bien de Interés Cultural por el Gobierno de Aragón.
La construcción del pantano de Santa María de Belsué, en el siglo XX, modificó por entero el paisaje de la zona y terminó con el abandono del pueblo.
Lúsera está situada a 1035 m de altitud y su población disminuyó drásticamente entre los años 60 y 70 del siglo XX. El último habitante fue el alcalde que abandonó el pueblo en 1968. En la actualidad se han rehabilitado algunas casas aunque muchas se encuentran en ruinas.
Este pueblo aparece documentado por primera vez en el siglo XIII, y su configuración con los edificios ubicados al borde del acantilado sobre el río Flumen, parece que tendría que ver con su origen defensivo.
Se encuentran algunas construcciones interesantes de arquitectura tradicional pirenaica como la iglesia parroquial de San Miguel Arcángel, del siglo XVII y el pozo-fuente conservado en buen estado de origen medieval.
Nocito se encuentra situado a 981 m de altitud y el pueblo está dividido por el río Guatizalema; para permitir comunicar ambas partes del río, se construyó un puente medieval.
El pueblo se cita en el siglo X, ya que en las cercanías del pueblo vivía un anacoreta, San Úrbez, que eligió estos lugares para establecerse. Aquí murió también, a la edad de 100 años y se levantó un santuario en su memoria entre los siglos XVI y XVII.
También se reconoce que existió una población en la Prehistoria y se han encontrado restos romanos junto al santuario.
Existen en el pueblo, construcciones de interés típicas de la arquitectura de montaña, como la iglesia de San Juan Bautista o la ermita de Santa María. La mayoría de las construcciones son del siglo XIX, pero también las hay anteriores, de los siglos XVI y XVII. La mayoría de sus casas han sido rehabilitadas y en la actualidad cuenta con población estable todo el año.