Partiendo del parque Teodor González de Tortosa, se avanza por la ribera del Ebro hasta el puente del Bimilenario, donde el GR 99 toma el camino del Mig, vía tradicional de Tortosa a Amposta, que discurre entre huertas y viviendas, acompañado del importante canal de la Izquierda. Tras la población de Campredó (formada por diseminados agrícolas como el de Font de Quinto, que conserva su fisionomía rural e interesantes monumentos) se vuelve a la orilla del río y después se cruza bajo los puentes del ferrocarril y la A-7, que marcan el inicio de los cultivos arroceros del delta. Muy cerca ya se encuentra Amposta, a la que se accede cruzando su atractivo puente colgante.
Desde la lonja medieval de Tortosa (13 m), junto al parque de Teodor González, se sigue río abajo hasta llegar al puente del Bimilenario, por el que el Ebro salva el enlace de circunvalación entre la C-12 y la C-42. A la izquierda, en el interior del estribo, se integra el Museo del Ebro. Pasando por debajo del puente, el camino recorre 350 m hacia el este y se desvía por un ramal derecho: es el camino del Mig, ruta tradicional de Tortosa a Amposta, que discurre entre huertas y viviendas. Tras tomar, en dos cruces, el carril de la izquierda se rodea por su derecha un polígono industrial y se sale a una rotonda, junto a la C-42.
Sin entrar en ella, se toma el ramal que desciende a la derecha y que, en pocos metros, conecta con el canal de la Izquierda. Más adelante, cuando el canal y sus viales de servicio se aproximan al Ebro, hay que tomar un desvío a la derecha que llega a la orilla, posibilitando buenas perspectivas de su cauce. De este modo se abandona el canal durante dos kilómetros, para después volver a él.
Continúa el paisaje hortícola en la margen derecha del canal, mientras en la izquierda se alarga el gran polígono industrial del Baix Ebre, muy cerca ya de la población de Campredó. Este pueblo se formó por aglutinación de diseminados hortelanos, de los que aún mantienen su personalidad la Font de Quinto y el Raval del Pom. Se puede acceder a él desde un cruce señalizado.
Más adelante, cuando el canal vuelve a acercarse al Ebro, un acceso permite entrar en el diseminado de la Font de Quinto, donde se levantan dos edificios de interés: la torre de Ayuso, con antiguas funciones de faro, comunicada visualmente con la de la Carrova, en la orilla opuesta del Ebro, y la casa Prat, llamada también la Lonja; ambos, edificios del siglo XIII y de tradición templaria.
Precisamente, en este punto de acceso el Camino Natural se separa de la pista de servicio del canal para acercarse, por un camino de la derecha, otra vez a la orilla del Ebro. Dejado atrás un gaseoducto que salva el Ebro, se llega a la Colada de la Cantera, por donde aparecen impresas las marcas del GR 92 Sendero del Mediterráneo, procedente de l’Ampolla.
Después de cruzar de nuevo el canal, un panel (La Pedrera) informa de que se entra (geográficamente) en el delta del Ebro, el resalte rocoso sobre el que se asienta uno de los estribos del puente del ferrocarril sobre el Ebro se considera línea de costa existente antes de que el delta comenzara a crecer.
El camino abandona el canal hacia el Noreste por la colada de la Cantera, aunque la abandona enseguida para pasar bajo el ferrocarril y posteriormente sobre la autopista AP-7. A partir de aquí puede decirse que el delta comienza su aluvión y aparecen los primeros campos de arroz.
El camino busca más adelante el arcén de la carretera N-340ª por la que se discurrirá ñp que queda de etapa, a la vista ya del conocido Pont Penjant (puente colgante) de Amposta, cuyo casco urbano se levanta en la otra orilla, a un kilómetro por el asfalto.
Amposta es ciudad con una población cercana a los 20.000 habitantes, capital de la comarca del Montsià; dispone de toda clase de servicios y comunicaciones, así como un museo del Delta de gran interés. Fue emplazamiento íbero cuando el delta empezaba a formarse, aunque ahora el Ebro tiene más de 30 km de curso sobre tierras nuevas ganadas al mar.
El delta del Ebro empezó a formarse hace unos 1.500 años, gracias a los numerosos e importantes aportes que el río arrastraba desde las altas cumbres que lo alimentaban hasta el mar. Con una superficie de 320 km² de tierras llanas y extensos arrozales, el delta del Ebro es uno de los hábitats acuáticos más importantes del Mediterráneo occidental y de la Península Ibérica, un humedal de gran interés para amantes de la ornitología, la naturaleza o la pesca. En él nidifican o simplemente reposan y se alimentan durante los periodos migratorios más de 300 especies distintas de aves. El hombre ha ido transformando y humanizando este paisaje, habitándolo y cultivando el 75% de su superficie. Con el fin de armonizar los valores naturales de este espacio con su explotación, se creó en 1986 el Parc Natural del Delta de l’Ebre.