El nombre de este Camino Natural testimonia el protagonismo del caballo menorquín, un ejemplar autóctono de color negro, estilizado y no muy alto, cuya presencia es frecuente durante todo el recorrido. Caballos y fortalezas dejan su impronta en el Camí de Cavalls o Camino de Caballos, un trazado que nos traslada a los siglos XVIII y XIX, cuando el movimiento de tropas y pertrechos en trance de armas era habitual por esta ruta, que servía para comunicar las distintas construcciones defensivas que se extendían por toda la costa menorquina.
Los 185 km del Camí de Cavalls discurren por el litoral de los ocho municipios de Menorca (Mahón, Villacarlos, San Luis, Mercadal, Alayor, Es Migjorn Gran, Ferreries y Ciutadella), donde el fuerte viento de tramontana y la sal dejan su huella en la vegetación, dando forma semiesférica o de cojín a los arbustos, de ramificaciones fuertes y espinosas. La ruta atraviesa lugares de alto interés natural y paisajístico, como el Parque Natural de la Albufera des Grau, la Illa d’en Colom y el Cap de Favàritx, poniendo de relieve el gran valor ambiental de la zona. No en vano, en 1993 el conjunto de la isla de Menorca fue declarado por la UNESCO Reserva de la Biosfera.
El recorrido comienza al final del puerto de Maó-Mahón y se dirige por carretera hacia la población de Sa Mesquida, donde destaca la torre defensiva del siglo XVIII construida durante la dominación británica. Además de las antiguas torres de guaita y de defensa, merece especial atención la presencia en la ruta de otros importantes elementos arqueológicos, como los sepulcros megalíticos, las cuevas naturales y artificiales, los restos romanos, las construcciones naviformes o las necrópolis, todos ellos abundantes en la isla.
La ruta discurre entre calas de gran riqueza natural y tierras de cultivo que conforman el paisaje en mosaico característico de las explotaciones agrarias menorquinas, els llocs, hasta llegar al Parque Natural de S’Albufera des Grau, considerado el núcleo de la Reserva de la Biosfera. La rica biodiversidad de la zona permite disfrutar de diferentes ambientes naturales, como la vegetación dunar de las playas de Es Grau, la cala de Sa Torreta o la cala de Morella.
Continuando por la costase llega hasta las inmediaciones del Cap de Favàritx, un lugar conocido por la particularidad paisajística que le confieren el tono oscuro de las rocas y una escasa vegetación. Al acercarse de nuevo al litoral, la ruta se encuentra con el Pou d’en Caldes. Dejando atrás esta cala, se pueden observar vistosas formaciones rocosas como la de Es Capell de Ferro.
Más adelante, el Camino se adentra en una importante zona húmeda del Port d’Addaia, donde podemos reconocer la vegetación acuática y de saladar propia de las salinas de Mongofra. Esta interesante zona se caracteriza por un alto nivel ecológico y es un buen punto para la observación de aves.
Prosiguiendo la ruta señalizada por la herradura, un tramo asfaltado de 3,5 km que conecta dos urbanizaciones, llegando hasta la playa del Arenal d’en Castell y, bordeando el litoral, prosigue hasta la playa de Son Saura del Nord. Este punto brinda la oportunidad de observar tres áreas distintas: un sistema dunar, una zona húmeda y la zona boscosa de la Albufera des Comte, sin olvidar el gran atractivo panorámico de lugares como Cala Roja o Cala Blanca.
Abandonando Ses Salines, se continúa cinco kilómetros por carretera asfaltada hasta Cala Tirant. En este tramo se levanta la Torre de Fornells, en el oeste de la bocana del puerto natural de Fornells, erigida a principios del siglo XIX durante la dominación británica como defensa del puerto.
A continuación, un buen tramo del Camino transcurre por una zona declarada como Lugar de Importancia Comunitaria (LIC) y Zona Especial de Protección para las Aves (ZEPA) por su gran interés ornitológico, ya que en ella habita la mayor parte de las especies reproductoras de la isla, como el águila pescadora (Pandion haliaetus).
En las playas de Binimel là, Tirant y Cavalleria los sistemas dunares comprenden importantes comunidades vegetales y, a poca distancia, existe la oportunidad de visitar el interesante yacimiento arqueológico de la ciudad romana de Sanicera. Desde los espectaculares acantilados del entorno del faro de Cavalleria se puede disfrutar de una privilegiada vista del mar.
De Binimel là a Els Alocs el Camino discurre por un tramo de costa virgen al norte de la isla, donde el relieve es más accidentado. En las aguas que bañan esta zona se ubica la Reserva Marina del Norte de Menorca y calas como las de Pregonda, Barril, Calderer o Pregondó.
Se abandonan los cantos rodados de la playa de Els Alocs para llegar a los arenales de la cala del Pilar y Alfurí, donde se concentra la mayor cantidad de endemismos vegetales de Menorca, mientras el inconfundible aroma de la vegetación saladar advierte de la llegada al Pla de Mar. Este tramo, de fuertes y bellos contrastes naturales, lleva desde la zona de tramontana hasta lo que se conoce como la Menorca seca.
Siguiendo la línea de la costa, el Camino llega hasta Cala Morell. En sus acantilados se puede apreciar una importante necrópolis de la época talayótica (1500-300 a. C.), formada por cuevas excavadas en la roca (hipogeos).
A menudo, la isla también ofrece paisajes de carácter muy árido. Es el caso del tramo comprendido entre Cala Morell y Punta Nati, moldeadas por la fuerte incidencia del viento del norte. En Punta Nati sobresale su histórico faro, construido durante el siglo pasado para evitar los frecuentes naufragios que ocurrían en la zona.
Desde Punta Nati a Ciutadella la piedra adquiere el máximo protagonismo, ya que en este tramo el Camino es especialmente rocoso. Desde la Cala des Corbetar se puede admirar el Pont d’en Gil, un puente de roca natural modelado por la erosión marítima. Desde este punto hasta el puerto de Ciutadella el Camino discurre durante cinco kilómetros por carreteras asfaltadas.
A continuación, el camino se adentra en la parte meridional de la costa oeste de Menorca. Este tramo de la ruta comienza en el puerto de Ciutadella y cruza la ciudad, la más occidental de la isla. Sin abandonar un tramo asfaltado de cuatro kilómetros se llega a Cala Blanca, en cuyo fondo de playa se localizan los restos de una naveta de habitación, construida durante el periodo pretalayótico (2000-1500 a. C.), y que constituye una muestra representativa de los primeros asentamientos domésticos en la isla. Si el camino se realiza en primavera, las orquídeas se abrirán paso a lo largo de este tramo de la ruta.
Durante todo el trayecto, se pueden contemplar las diferentes construcciones tradicionales del paisaje rural menorquín, como ses barraques o es ponts de bens o de bestiar, en cuyo interior se guarece el ganado de las inclemencias del tiempo.
A partir del Cap d’Artrutx se puede admirar la belleza de la costa suroccidental y los barrancos del sur de la isla. Destaca la zona húmeda del Prat de Bellavista, detrás de la playa de Son Saura, que sirve de refugio a numerosas aves acuáticas. Desviandose un poco de la ruta principal, se puede observar la Talaia d’Artrutx, del siglo XVII, una torre de vigilancia desde la que se alertaba de la presencia de posibles invasores.
En esta zona, los barrancos cortan verticalmente la plataforma de roca calcárea de la región y van aumentando en profundidad y anchura a lo largo del camino, contraponiendo vegetaciones de ambiente seco con las propias del interior de los barrancos, más resguardadas del viento y de ambiente más sombrío y húmedo. En este sentido, destacan los de Macarella, Cala en Turqueta y Algendar.
Entre Cala Galdana y Sant Tomás se localizan los barrancos más significativos de la isla, que le otorgan una gran espectacularidad a la ruta y donde se puede apreciar los torrentes de agua que discurren por los barrancos más importantes, como los de Algendar, Trebalúger y Albranca.
A poca distancia de aquí se encuentra el barranco de Binigaus, que alberga tres de las cuatro cuevas kársticas que existen en Menorca. Entre ellas destaca por su enorme cavidad la Cova des Coloms, también conocida como La Catedral. En la parte alta del barranco se encuentra además una sala hipóstila talayótica de gran interés, denominada Es Galliner de Madona.
Siguiendo la senda, el recorrido brinda la oportunidad de conocer la belleza de la costa sur de la isla, en el tránsito entre dos importantes zonas de barrancos: la de Sa Vall y Es Bec, en poniente, y la de Cala en Porter, en levante.
Llegando al extremo más oriental del tramo, hay que cruzar por el fondo del barranco de Sa Vall, lo que permitirá disfrutar de una perspectiva interior privilegiada, además de la exuberante vegetación típica de las zonas húmedas que forma el barranco de Es Bec. A tan solo dos kilómetros de este punto se puede visitar el poblado talayótico más grande de la isla, la Torre d’en Galmés.
A partir de Cala en Porter hasta Punta Prima aparecen dos ambientes completamente distintos. La ruta va dejando atrás el sinuoso camino que dibujan los barrancos en la parte occidental para adentrarse en la zona llana y poco accidentada de la parte oriental, aunque todavía se cruzará con algunos barrancos. Uno de los últimos es el de la Cala des Canutells, que sorprenderá al viajero por su interesante bosque de olmos (Ulmus sp.).
Después de pasar la urbanización de Binissafúller, aparece un tramo llano de baja dificultad que atraviesa las zonas urbanas sudorientales de la isla. La ruta continúa por un vial costero que une los poblados de Binibéquer, Biniancolla y Son Ganxo. Al abandonar Binibéquer Nou, el sendero sigue su recorrido junto al mar, desde donde se puede divisar la Isla del Aire, fácilmente identificable por su faro. Desde Punta Prima hasta Maó-Mahón la etapa transcurre por una de las zonas costeras más planas de Menorca.
En el extremo oriental de la isla, el Camino se encuentra en su parte más interior, apartado de la línea de costa. Los rodales de acebuches (Olea europaea var. sylvestris) y monte bajo se alternan con las tierras de cultivo y pasto, configurando el típico paisaje en mosaico menorquín.
En una segunda parte de este último tramo, que se inicia en la cala de Sant Esteve y remontando un pequeño desnivel, el Camino prosigue por un vial urbano que ofrece unas magníficas vistas del puerto de Maó-Mahón y la fortaleza de La Mola, erigida a la entrada del puerto. En las inmediaciones de la Cala de Sant Esteve, en el lado sur de la bocana del puerto de Maó-Mahón, se encuentra el Fort de Malborough, una fortaleza inglesa construida a principios del siglo XVIII.
Pasando el castillo de Sant Felip y el pueblo de Es Castell, la ruta continúa hasta Maó-Mahón, capital de Menorca, cuya historia milenaria se evidencia en los diferentes estilos arquitectónicos y monumentos de la ciudad. Finalmente, después de cruzar la ciudad, el Camino baja al puerto, donde concluye su recorrido.
El caballo menorquín es una raza autóctona de la isla de Menorca, preservada a lo largo de los siglos gracias al protagonismo que adquirió en las fiestas de San Juan antes de la mecanización de las explotaciones agrarias. Actualmente, existen más de 3.000 ejemplares censados.
LlocLloc es el nombre que reciben las fincas agrícolas de Menorca. Suelen funcionar en régimen de aparcería entre es senyor (el propietario) y el payés. Estas unidades de producción agrícola han sido el soporte económico de la isla hasta la llegada del turismo. La actividad principal del lloc es la ganadería vacuna, de la que depende la producción del famoso queso mahonés.
El yacimiento de Sanicera se sitúa en las proximidades del antiguo puerto natural de Sanitja, junto al Cap de Cavalleria, en la costa septentrional de la isla. Los hallazgos arqueológicos apuntan a que este asentamiento fue fundado con toda probabilidad por fenicios o cartagineses, que lo convirtieron en un importante núcleo urbano y marinero. Sin embargo, su época más próspera tuvo lugar bajo el imperio romano, durante el periodo comprendido entre la República y el siglo VI d. C. Citada por Plinio el Viejo junto a Jammo (Ciutadella) y Magona (Maó-Mahón), Sanicera quedó abandonada por las posteriores invasiones y actos de piratería.
La cultura talayótica en la Torre d’en GalmésEl poblado talayótico de la Torre d’en Galmés es el yacimiento arqueológico más grande de Baleares. Se encuentra situado sobre una colina, desde la que se puede observar gran parte del sur de Menorca, y está formado por tres talayots, las construcciones prehistóricas más características de las islas. La cultura talayótica es propia de Menorca y Mallorca y se desarrolló en las islas durante las Edades de Bronce y de Hierro. Estos primeros pobladores de las islas habitaban en las conocidas como navetas de habitación que se encuentran dispersas por todo el territorio formando poblados.