El cortijo es, junto con la hacienda, la gran construcción que preside los latifundios en Andalucía. Estas edificaciones marcaron la forma de vida, las relaciones sociales y del hombre con el medio durante cuatro siglos, desde el fin de la Reconquista hasta el siglo XIX con el inicio de la Era Industrial.
En su origen, responde principalmente a las necesidades de los cultivos extensivos de cereal y la ganadería, aunque también al cultivo de la vid, así como a la explotación de los recursos forestales, más allá de las fértiles vegas.
El cortijo de la Huerta de Zamarra se extiende a lo largo del río Guadalporcún ocupando la llanura de inundación de tres meandros consecutivos. En el primero se encuentra la explotación ganadera y está señalizado en el camino como “Aprisco del Huerto Zamarra”. El segundo meandro está ocupado por una chopera de producción y el último, justo a la altura de una pequeña área de descanso, presenta unas pequeñas huertas y un extenso olivar.