Creado en 1982 y contando con una superficie de 15.000 ha, este parque natural alberga uno de los mejores ejemplos de paisaje volcánico de la Península Ibérica.
Geológicamente, presenta huellas de actividad volcánica ocurrida entre hace 5.000 y 700.000 años, que dio origen a conos, coladas y cráteres a lo largo de toda su extensión. El terreno está cubierto con vegetación muy variada, que incluye encinares, robledales y hayedos, uno de ellos, el de Jordà, en unas condiciones de planicie y altura no muy frecuentes en la Península.