El bosque de ribera, también llamado bosque de galería, consta de una gran variedad de fauna y flora y forma un ecosistema de gran valor. Destaca dentro de las zonas de climas secos como es el caso de esta zona de la Comunidad de Madrid.
Se caracteriza por extenderse a lo largo de cauces del río y sobre terrenos que a una determinada profundidad se encuentran empapados de agua. Suelen aparecer diferentes barreras de vegetación que van variando con las condiciones que presenta el terreno, desde una primera franja de especies de pequeño porte como gramíneas a otras especies arbustivas, que son capaces de aguantar las crecidas periódicas del nivel del río y unos suelos con un alto porcentaje de agua. Su vegetación es caducifolia y está adaptada a las inundaciones periódicas que eventualmente sufren estas zonas.
Las especies de este bosque varían en función del caudal del río, pero las más comunes son, entre las arbóreas, los sauces (Salix sp.) y alisos (Alnus glutinosa) más cerca de la ribera; álamos (Populus alba) y chopos (Populus nigra) un poco más alejados del agua; aún más lejos de las orillas los olmos (Ulmus minor) y después los fresnos (Fraxinus sp.)
Entre estos árboles aparecen también cañaverales (Arundo donax) y juncos (Scirpus holoschoenus) cerca del agua, tarayes (Tamarix sp.), espadañas (Typha latipholia) y carrizos (Phragmites australis). Dentro del río pueden aparecer algunas especies acuáticas como la ova (Chara hispida), la corregüela (Hippuris vulgaris) o el ranúnculo acuático (Rannunculus aquatilis)
Estos bosques destacan por su alta productividad y el gran dinamismo de los hábitats que acogen. Ello, sumado a la cercanía fluvial, hace que alberguen especies propias de zonas climáticas frescas y de áreas húmedas. Entre sus principales funciones se encuentran la regulación del microclima del río, la estabilidad de las orillas, filtro a la entrada de sedimentos, etc., además de tener un gran valor paisajístico, recreativo y cultural.