Se trata de una infraestructura que formaba parte de la extinta línea férrea que comunicaba la mina de Ojos Negros -explotada por la Compañía Minera de Sierra Menera- con el puerto valenciano de Sagunto para la distribución de las materias primas. El puente fue construido en piedra y en él plasmaron el color y la textura acorde a los elementos del entorno. El viaducto cuenta con una longitud de 90 m y está constituido por cinco arcos que permitían el paso del ferrocarril, salvando así el accidente geográfico que supone la rambla de Peñaflor.
La rambla de Peñaflor es un pequeño cauce fluvial que desemboca en el río Mijares y que discurre próximo a la carretera A-23 a su paso entre los municipios turolenses de La Puebla de Valverde y Sarrión, y que se une aguas abajo con el barranco de la Ballomba.
Este tipo de riachuelos y arroyos aparecen frecuentemente en este territorio y ofrecen a la fauna y a la vegetación un refugio perfecto en un entorno dominado por tierras áridas y con duras condiciones climatológicas. Se trata de un enclave imprescindible ya que gracias a su grado de humedad el entorno conserva una rica biodiversidad. Asimismo, su ubicación en una pendiente hace imposible que las tierras de alrededor puedan ser empleadas como campo de cultivo, lo que beneficia a la flora y fauna silvestre, que emplea este tipo de ecosistemas como corredores ecológicos.