El mandarino (Citrus reticulata) es un árbol que puede alcanzar una altura de 3 m, y en determinadas ocasiones puede ser en mayor o menor medida espinoso. Sus hojas, que presentan cierto aroma, tienen forma elíptica, con un peciolo levemente alado. La flor, muy similar a otras especies del género Citrus presenta cinco pétalos de color blanco y en torno a 18 estambres. En cuanto a su fruto, aparece achatado, con una piel anaranjada que se desprende fácilmente: su interior presenta un retículo de fibras blancas y una pulpa dulce.
El cultivo de esta especie originaria de China, comenzó en Europa a partir del Siglo XIX y, a día de hoy, destaca en regiones mediterráneas por las condiciones climáticas que presentan estos territorios. En la península Ibérica, la zona tradicional de este cultivo es la costa levantina, aunque se extiende también a otras zonas de clima suave.
Sus requerimientos agrícolas son temperaturas cálidas, entre los 25 y 33 °C. Por debajo de los 13 °C su rendimiento se reduce, y a partir de los -2 °C, comienza a sufrir daños. A 39 °C detiene su actividad vegetativa, y por encima de los 50 °C, la planta empieza a sufrir. A nivel edáfico no suele presentar problemas salvo en aquellos muy arcillosos, muy calcáreos o salinos. Pese a eso, el terreno debe de ser enriquecido con compost periódicamente. Los suelos arenosos favorecen una mejor estructura arbórea, mayor tamaño del fruto e incremento del sistema radicular. Como otros muchos cultivos, su óptimo de pH en el suelo se encuentra entre 6 y 7, con un límite de suelo ácido a un valor de 4, y un límite básico en 9. Respecto al riego de estos cultivos, requieren una cantidad de agua de entre 30-40 L agua/día por el riego en manta, si el sistema de riego es más focalizado, su volumen se reduce. Además, en base a lo comentado anteriormente respecto a sus necesidades edáficas, el agua debe de ser de calidad, para evitar valores de salinidad o que presente demasiada cal. Sus marcos de plantación, menores que los del naranjo, oscilan entre 4,5 x 4,5 o 5,5 x 4, con una densidad media de 400-550 árboles/ha.
El principal uso y aprovechamiento de este tipo de cultivo es la recolección de su fruto, la mandarina, la cual presenta muchas propiedades beneficiosas para nuestro organismo. Además de su alto contenido en vitamina C, evita la retención de líquidos, ayuda a quemar calorías, elimina toxinas y radicales libres del cuerpo, mejora el funcionamiento del aparato digestivo, etc. Pese al intenso olor de sus hojas y flores, estas no suelen emplearse, siendo más utilizadas las de otras especies de cítricos.