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Antiguas fábricas de salazón y aserradero de San Julíán
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El origen de la tradición de la industria de salazón en los pueblos de la costa gallega se remonta al siglo XVIII, aunque sería en el próximo siglo en el que se consolidara de manera definitiva esta actividad que aún mantuvo un papel fundamental en la economía de la zona hasta el primer tercio del siglo XX.
Los edificios como los de esta antigua fábrica de salazón y aserradero de don Julián requerían de una arquitectura muy determinada, ya que eran imprescindibles espacios lo suficientemente amplios y despejados que permitieran realizar el trabajo y almacenar la producción. Así, estas construcciones estaban divididas en diferentes espacios conocidos como la chanca, el claro y el muerto, este último destinado a la recogida de la grasa. Asimismo, en la parte posterior de la fábrica se encontraba otro edificio que estaba destinado a la elaboración de toneles de madera que permitieran la comercialización de las sardinas y su distribución por el resto de la península. Uno de los principales cambios que produjo la instalación de estas fábricas en el litoral gallego fue la incorporación de la mujer al mercado laboral, ya que fueron precisamente ellas las que mayoritariamente se encargaron del trabajo en estas fábricas. Tradicionalmente era normal ver a más del doble de mujeres que de hombres trabajando en este entorno –algo similar a lo que sucede en la actualidad con las grandes fábricas de conserva–.
A pesar de la trascendencia que esta industria tuvo para este entorno, desde finales del siglo XIX la salazón fue sustituida progresivamente por la conserva, que se convertiría en la industria estrella en la costa gallega. Tras la guerra civil española la actividad quedó totalmente relegada a un papel residual en la economía de estos municipios costeros, dejando como vestigios de su época dorada grandes infraestructuras como estas fábricas en el municipio de Cervo y que hoy es posible conocer por dentro ya que ha sido reconvertida en un museo.