Resumen: La crisis económica y urbana de los setenta y primeros ochenta ha vuelto obsoleta la imagen estereotipada de unas agriculturas periurbanas en decadencia irreversible. Es cierto que la expansión urbana periférica refuerza el valor patrimonial de las áreas periurbanas en detrimento de su valor productivo agrícola. Como también lo es que ha habido desconexión entre las políticas agrarias productivistas pero poco atentas a las ventajas territoriales de los espacios periurbanos y las políticas urbanísticas que, en el mejor de los casos, se han limitado a tutelar las zonas agrarias como reserva verde para la ciudad Hoy parece claro, sin embargo, que el cultivo efectivo y correcto del suelo agrario periurbano es uno de los medios para garantizar la contención del proceso urbanizador no deseado y que la agricultura periurbana puede recuperar un papel activo en la ordenación territorial. Para ello las agriculturas periurbanas deben ser estudiadas en profundidad, en su configuración histórica y cultural, en los sucesos de transmisión territorial recientemente acaecidos y en la complejidad actual de las sociedades que las sustenta. En el artículo se hace balance de la evolución diversa de las agriculturas periurbanas y de las posibilidades de actuación política para devolverles la rentabilidad que su proximidad al mercado y su especificidad les confieren.