Resumen: La preocupación por los bosques es de tradición muy antigua en nuestro país. Existen abundantes referencias desde los códigos medievales a Felipe II o la Ilustración. Será hacia mitad del XIX, como consecuencia de las desamortizaciones y la creación de la Dirección General de Montes y el Cuerpo nacional de Ingenieros de Montes, cuando se sientan las bases científicas de la Política Forestal. Entre los años cuarenta y setenta se lleva a cabo una enorme tarea repobladora que se verá muy influida por factores debidos a la situación política ajenos al sector forestal. Tras la incorporación a la CEE en circunstancias de producción agrícola excedentaria y una creciente sensibilización social por la conservación de la naturaleza, la Política Forestal debe recuperar el viejo aforismo forestal de «aprovechar conservando». Para ello se han propuesto dos grandes Programas forestales: el Plan Nacional de restauración hidrológico-forestal y el Plan de fomento forestal que implican una inversión anual de más de 80.000 millones de pesetas anuales, en el horizonte de los próximos cuarenta años.