Resumen: Uno de los intereses relevantes de los datos del Padrón de 1996 era conocer la tendencia de la población rural. En el Censo de 1991 .ya se percibía un cambio radical de la tendencia. La sociedad rural, que tradicionalmente había cubierto las demandas de la población urbana, había cambiado de signo y empezaba a ser receptora de población. Si bien se observaba una caída de la población rural, se ponía de manifiesto que este hecho no estaba determinado por la emigración, como en períodos anteriores, sino, más bien, por el crecimiento vegetativo negativo, consecuencia del envejecimiento de las poblaciones rurales. Más aún, se percibía, incluso, un cambio de tendencia con resultados positivos para las migraciones, debido al fenómeno de los retornados. El interrogante, al conocer los datos del Padrón de 1996, era, pues, despejar si seguía la tendencia de recuperación demográfica, que se apuntaba en los años 80/90, o este proceso había sido un puro espejismo, provocado por la crisis económica y por la incidencia de la reducción de los empleos urbanos. Era de especial relevancia constatar si las poblaciones urbanas seguían teniendo el atractivo del pasado, como receptoras de población a costa de las sociedades rurales, o más bien se había producido un cambio en la relación con una nueva valoración de las formas de hábitat rurales y con la consiguiente crisis de las formas de hábitat urbanas. Antes de entrar en un análisis especifico de las nuevas pautas de comportamiento de la población rural es preciso señalar que las grandes urbes como Madrid, Barcelona, Valencia o Zaragoza han prolongado una crisis demográfica, que ya se anunciaba en el Censo de 1991, con trasvases de población hacia otros núcleos más pequeños. Las ciudades, que en estos momentos están creciendo más deprisa, no son los cinturones que rodean a las grandes urbes, sino los espacios adyacentes a las zonas urbanas. De hecho, según los nuevos datos del Padrón municipal de habitantes de 1996, no son las ciudades comprendidas entre 100.000 y 500.000 habitantes las más dinámicas demográficamente, sino las que se encuentran en umbrales inferiores de población, y en concreto las de 50.000 a 100.000 habitantes. Esta tendencia parece estar apuntando hacia un proceso de descongestión de la población de la que sin duda alguna se está beneficiando el mundo rural.