Resumen: Comienza este trabajo estudiando el tema bajo la relación de política agraria general y política familiar, es decir, aquella derivada del emplazamiento de la familia como «protagonista» o como «destinataria» de las estructuras agrarias. En el fondo, es concretar si en el «espacio social» de la unidad agraria concurren los supuestos precisos para el asentamiento digno y suficiente de la familia. El autor explica las limitaciones de la cuestión a la vista del sentido individualista de la legislación patrimonial que sigue la línea de los códigos napoleónicos, toda vez que la familia no ha pasado a ser sujeto como tal, o no se ha llegado a la configuración auténtica del patrimonio familiar. El autor recuerda algunos intentos históricos y comparativos: el Hoj alemán; el hogar venezolano; el Homestead exception anglosajón. También el proyecto español, a comienzos del siglo, del «hogar rústico»; terminando por analizar las vertientes auténticamente familiares que con cautela y no plenamente se dan en las disposiciones españolas sobre huertos familiares, unidades mínimas de cultivo, patrimonios familiares de concentración parcelaria y normas sobre explotaciones agrarias familiares.